Vivimos en una época de tiempo vertiginoso, persiguiendo objetivos, las 24 horas del día nos parecen pocas, la vida nos avalancha. Las consecuencias de este exceso no tardan en aparecer: fatiga crónica, insatisfacción, desmotivación, estrés y enfermedades. Invertimos muchos recursos de tiempo, dinero, esfuerzo en metas externas y nos olvidamos de lo más valioso: la salud y bienestar, porque de ello depende nuestra calidad de vida, felicidad y satisfacción personal.
¿Qué es el estrés y qué efectos tiene sobre la salud?
El estrés es una activación de todos los recursos del organismo en situación de extremo peligro. Si activamos este proceso de forma continua y no dejamos margen al cuerpo para que se recupere, éste llega a un desgaste físico y psicológico real. El cuerpo humano no está preparado para mantener una rutina de estrés continua. Y la moneda con la que pagamos estos excesos es la salud.
El estrés crónico puede desencadenar graves problemas de salud a largo plazo: desde tensiones musculares, dolor de espalda, dolor de cabeza; hasta insomnio, ansiedad, trastornos gastrointestinales, hipertensión, agotamiento, fatiga crónica, dificultades de concentración y memoria.etc. La lista de los males que nos podemos autoinfligir es interminable.
¿Rendimos mejor cuando estamos estresados?
No. Es un mito el concepto de “se rinde mejor bajo estrés”. Sí, es cierto que el rendimiento laboral, creativo, profesional guarda relación directa con el nivel de activación, pero ¿cuál es esta relación?
Según la ley de Yerkes-Dodson el rendimiento en cualquier tarea se optimiza a medida que aumenta la activación, hasta un punto máximo. Todo incremento a partir de este punto máximo (personal y subjetivo) coloca el organismo en el umbral del fracaso adaptativo, o en otras palabras activa el mecanismo de estrésy/o ansiedad y resulta disfuncional para el rendimiento y perjudicial para la salud física, psicológica y emocional.
¿Este punto crítico es igual para todas las personas? Todas las personas tiene un punto crítico como señalan los científicos, pero el nivel de activación para cada uno es diferente, por ejemplo hay quién rinde y se siente mejor en circunstancias de mayor tensión (plazos cortos para entrega de proyectos, etc.) y otros en estas mismas circunstancias entran en la zona de bloqueo e incapacidad de movilizar sus recursos.
El punto crítico de rendimiento es subjetivo.
Existen herramientas para descubrir y entrenar el punto de máximo rendimiento, y así desarrollar nuestro potencial conservando el bienestar y la salud a largo plazo.
La fabula popular del leñador ilustra muy bien este proceso. Dos leñadores competían para ver quién cortaría más leña en una semana. Uno se paraba una hora al día para afilar el hacha, el otro no quería perder esta valiosa hora y seguía trabajando sin parar, cada día rendía menos y tenía que aplicar más fuerza. Os podéis imaginar quien resultó el ganador…
Invertir en nosotros es invertir en salud, e invertir en calidad de vida, calidad de trabajo, bienestar, éxito personal y profesional.